2-1: El invento de Flick con Araujo salva al Barça y desata la locura
Fue un final de locura, impensable en un Barça metódico al que le gusta tenerlo todo controlado, pero la emergencia hizo sus estragos. Al inicio, con un planteamiento en ataque cogido por hilos, y al final, a la desesperada, con Araujo recordando tiempos pasados. Quien sabe si el libreto de Flick tiene mucho de Johan Cruyff y no lo ha enseñado hasta ahora, pasado una temporada y pico desde su desembarco en Barcelona.
La curiosidad en el Olímpic era saber cómo resolvía Flick el enigma de la alineación. Con siete jugadores colapsando la enfermería y a pesar de recuperar a Lamine y Fermín, el técnico debía improvisar un ataque. La película del derbi resultó, pues, una ficción con el de Rocafonda de nuevo en el once, De Jong de mediapunta, Rashford de extremo, Toni Fernández, sin minutos hasta esta jornada, actuando de ‘9’ y un final de partido que parecía previsible y no lo fue. Hacía dos años que Casadó, De Jong y Pedri no jugaban a la vez de salida. Su hoja de servicios, una victoria ante el Estrella Roja y una derrota en Anoeta. Michel, también cargado de bajas, diseñó un equipo ultra defensivo tratando de no parecerlo, esperando al Barça indolente de Sevilla. Y, en el fondo, lo logró.
Doce minutos y dos tímidos latigazos de Lamine después, Pedri sacó su varita y al más puro estilo Messi, atravesando el área con el balón cosido al pie, zigzagueando, cruzó un balón que se coló con suavidad a la izquierda de Gazzaniga. Derribado el muro, la misión azulgrana parecía resuelta con celeridad. Fue un espejismo, porque el gol despertó de repente a un adormilado Girona. Sus laterales en una defensa de cinco se convirtieron en extremos y el juego interior hirvió con fruición.
Apenas siete minutos después del tanto culé, Witsel se puso el frac e igualó un partido con un chilena selecta y exquisita a la salida de un córner. No satisfechos, convencidos de su explosiva superioridad en las transiciones, Vanat puso en aprietos a Szczesny después de una pérdida de Koundé y Porto envió la pelota al palo tras un error de Pedri.
Aunque De Jong con un disparo y Rashford con un balonazo al travesaño de falta intentaron recomponer la compostura del Barça, el Girona se adueño anímicamente del encuentro y del relato. Tuvo dos ocasiones más, otros dos goles perdonados. Una de Brian Gil, alta, y una segunda de Witsel, desviada, devolvieron esa terrorífica visión de un equipo desajustado y penalizado. Un equipo sin solidez, con línea de pase pero sin precisión, repetitivo en las pérdidas de balón y con escasa fluidez. Las ausencias pesaban como se esperaba.
En el vestuario, en el descanso, Flick aleccionó a sus jugadores, buscando una reacción que logró. Una vez más, y van ocho veces en nueve jornadas, el técnico alemán hizo un cambio en el descanso. Entró el recuperado Fermín y sentó a Toni Fernández. Además, ordenó una defensa de tres, avanzando a Balde al extremo en momentos puntuales, puso a Rashford de '9'.
El plan era arriesgado, lo que obligó a Szczesny a estar más atento a los desplazamientos en largo del Girona. El Barça lo intentó, sobre todo con disparos desde la frontal, con Fermín engrasando el fusil a la mínima. Rashford lo intentó de nuevo con un lanzamiento de falta lejano que se elevó.
Al cuarto de hora de la segunda parte, con jugadores ya calentando en la banda, el árbitro anuló un gol al Barça. Entendió que Eric García había cargado a un defensa al rematar de cabeza un córner, por lo que el remate posterior de Cubarsí no se contabilizó. Con una marcha más y presionando, los azulgrana volvieron a adueñarse del partido. Los más insistentes fueron el inglés, con otro paradón de Gazzaniga, y Fermín.
El Girona iba a lo suyo. Michel cambió todo el ataque, manteniendo la defensa, y el planteamiento le fue dando sus frutos. Flick hizo los suyos mirando más el reloj de los recuperados, para que no se excedieran en los esfuerzos, que de las necesidades. La declaración de intenciones, en su caso, costó de asimilar.
Agobiado por el paso de los minutos, Flick realizó el último experimento. Con tintes de aquella decisión de Johan Cruyff de poner a Alexanko de delantero centro, el técnico alemán situó a Araujo de segundo delantero, junto a Rashford, en ocasiones el jugador más avanzado. Quería centros desde las bandas para aprovechar la altura del central uruguayo.
Y en uno de ellos, con el tiempo exprimido, llegó la locura. Pensando en un balón en largo, en alto, Araujo desató la euforia general.
Crónica publicada por Gabriel Sans, MD.com
Fuente fotos: www.mundodeportivo.com y www.laopiniondemalaga.es






























































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