Este Barça es desconcertante. Ni jugándose la Copa del Rey ante una UD Barbastro de la Segunda Federación se marca un partido completo. El día que resuelve por fin la deficiencia de no salir enchufado en la primera parte regala la segunda para animar una ronda en la que debió demostrar su clara superioridad. Los azulgrana se clasificaron para los octavos por un 2-3 pero muy inquieto y nervioso, sufriendo en exceso y alejado al final del juego que se le supone
Escarmentado por los últimos arranques coperos, con un Barça apurado en el marcador e incapaz de implantar su superioridad, como ante el Intercity un año atrás que le llevó a la prórroga, Xavi optó por tirar de un bloque de pesos pesados para evitar sustos y marcadores irrecuperables. No lo consiguió del todo.
Un once de gala que bien podría actuar en LaLiga con varios detalles significativos, como la ausencia de Lewandowski dejando su puesto a Ferran y no a Víctor Roque en el centro del ataque y la posición de Héctor Fort, del filial, en el lateral izquierdo. El técnico elogió, y con razón, al canterano en la previa. Nunca se complicó la vida y eso es un valor. De los mejores. En el Barbastro, más que los nombres de su once más previsible, una consigna: el “Sí se puede” de la grada coreado desde el primer minuto.
El Barça se tomó muy en serio la ronda en la primera parte. Concentrado en defensa e intenso en el centro del campo, los azulgrana apretaron desde el pitido inicial. Un desmarque de Ferran pudo suponer la primera ventaja pero Arnau desbarató la acción. Fue una primera declaración de intenciones. Este Barça atormentado por su juego irregular en LaLiga y al que no le convienen excesivas probaturas carburaba con solvencia. Caer en Barbastro hubiera sido una calamidad de consecuencias terribles. Así que no escatimó esfuerzos. Lo probó más tarde pero el remate de Fermín le pilló en fuera de juego. Los pases entre líneas funcionaban con una gran sincronía.
Propulsados por una afición entregada, los locales descorcharon el partido como todos los Segundas coperos en su día grande. Con entusiasmo, valentía y un ritmo veloz, pero sin consistencia ofensiva. No se acercó ni inquietó a Iñaki Peña hasta la media hora cuando Gascó lo intentó pero Araujo cortó de manera espléndida. Después lo probó Kike Rousell.
Más veterano, el Barça prefirió madurar el encuentro con repetidas aproximaciones. Una falta directa de Raphinha y otro remate en el área pequeña de Joao Félix se convirtieron en el preludio del primer tanto. En una acción rápida, iniciada con una recuperación de Araujo, Raphinha se inventó un centro raso por la derecha para que Fermín inaugurase el marcador con el interior del pie izquierdo. Había marcado en LaLiga, también en la Champions y ahora en la Copa. El 0-1 a los 18 minutos no sólo hacía justicia sino que premiaba la actitud culé. Ni rastro de la apatía de otros partidos. Ni pérdidas de balón ni atemorizados por la carga ambiental. La superioridad era total como una falta de Joao Félix o un tanto en boca de gol del portugués que el linier anuló por un fuera de juego muy discutible.
Con el marcador apretado, la reanudación puso las pilas a los azulgrana, y eso que cometió algunos errores individuales, como uno de Oriol Romeu. Después de un chut peligroso de Gonpi, que paró Iñaki Peña, el Barça creyó cerrar el partido con un segundo tanto. Héctor Fort se sacó de la chistera un gran centro para que Raphinha creyese que sentenciaba el partido.Crónica publicada por Gabriel Sans, MD.com
Fuente fotos: www.mundodeportivo.com y www.laopiniondemalaga.es
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