Valencia 0 - Barça 1 (30-12-2014)


0-1: El Barça se impone en el descuento al Valencia

Inconmensurable actuación del meta chileno que reanimó al equipo y fue capaz de ganar en Mestalla en el último suspiro con un gol de furia de Busquets

Este partido que se recordará por el gol de Busquets en el último suspiro del partido tuvo como gran héroe al meta Bravo, que cuando peor le iban las cosas al equipo, evitó con dos sensacionales intervenciones la desconexión del Barça en la Liga. Lo que pudo ser una hecatombe prematura acabó en proeza con el descubrimiento de que este nuevo Barça, con carencias y dificultades por resolver, bastantes aún, no se rinde fácilmente. Al contrario, en el peor escenario final le echó lo que nadie enseña en las escuelas pero que se aprende en la calle como hizo Busquets de pequeño en Ciutat Badia, a ganar como sea.

Como se planteó el partido, con un Valencia descaradamente defensivo, el Barça no tuvo demasiados problemas para controlar el balón todo el tiempo que quiso, pero sin verticalidad ni clarividencia a la hora de atacar. Tocaron más balones Mathieu, Alba y Piqué que el resto del equipo y siempre en una zona de creación inofensiva desde el centro del campo del Barça, en horizontal y aburridamente.

Si fue como consecuencia de ese centro del campo con Mascherano y Busquets en la media, un invento que venían reclamando todos los filósofos y charlatanes del fútbol, resultó difícil de evaluar porque el rival se limitó a destruir, molestar, pegar, empujar y someter a los puntas azulgrana a una política de aislamiento sin restricciones.

La alineación de ese tándem soñado, Mascherano-Busquets, vendría a demostrar que como clones que son del prototipo del mediocentro, le fue mejor al argentino, que pudo campar en la posición que le es más natural. Sergio, en cambio, no resolvió ese trabajo de interior que le tocó hacer obligado por las circunstancias y la alineación.

Tampoco Xavi empezó haciendo su mejor partido, lo que dio como resultado del primer tiempo un empate a ocasiones claras, un remate de Rodrigo que rechazó Bravo y una inmejorable oportunidad de Luis Suárez malograda por su propia ejecución y los reflejos de Diego Alves. Eso, muy poco, y un susto valencianista en la última llegada antes del descanso en la que Gómez dejó atrás a Bravo y chutó tan escorado que estrelló el balón en el lateral de la red.

No hace falta decir que Fernández Borbalán le ahorró varias tarjetas a los valencianistas, que cosieron a patadas a Neymar, y se mostró injustamente inflexible en las amarillas a Piqué, Alba y Mathieu. Lo de siempre, ventaja y tolerancia hacia el equipo que desprecia el balón para descargar todo el peso del reglamento en el Barça.

Con 45 minutos por delante, el Barça debía apretar el acelerador si no quería enfrentarse al peor final de fiesta posible, dejar escapar al Madrid de cuatro o cinco puntos, pues el Valencia le perdió el miedo tras el descanso y comenzó a rondar el área del Barça. Sin remates claros pero dejando ahí balones con peligro y generando un cierto nerviosismo en la defensa azulgrana.

Parecía que las armas desplegadas por Luis Enrique hasta ese momento no iban a servir para mantener a raya al Valencia durante mucho más tiempo si no tenían pronto un reflejo en el marcador. Así, entre el ansia un poco descontrolada del Barça y el pasito adelante dado por el rival propició un intercambio de golpes, con el resultado de dos ocasiones de Luis Suárez y una providencial intervención de Piqué bajo los palos evitando el gol valencianista.

La dinámica de ida y vuelta en la que entró el partido al cuarto de hora de la segunda parte ofreció más espacios al Barça y también una elevación preocupante de sus resortes defensivos. Se llevaría el partido quien demostrara algo de puntería en un partido poco espectacular y tan trabado, con el reloj corriendo en contra de los intereses del Barça.

Luis Enrique optó entonces por reestructurar las líneas sacando del campo a Mathieu, situando a Mascherano de pareja de Piqué y reformando la media con Rakitic. En los siguientes minutos, a Suárez le anularon un gol legal por el miedo escénico del linier en otro abuso arbitral lamentable y Feghoulí dispuso de la más clara del partido ante un Bravo inmenso, capaz de aguantar extraordinariamente bien y rechazar con el pie un remate raso y letal.

Demasiadas convulsiones para que el marcador permaneciera insensible. Se mascaba el gol. Negredo en el 77, tras un resbalón de Mascherano, tuvo de nuevo la decisión del partido en sus botas pero Bravo, esta vez con las manos, respondió a la confianza de Luis Enrique con otra intervención magistral, de esas que evitan derrotas y reaniman al equipo.

El Barça ya sólo podía echar el resto. De poco le servía el empate dadas las circunstancias. Entraron Rafinha y Pedro, oxígeno y piernas para seguir la estela del mejor Madrid de las últimas Ligas. El esfuerzo final se quedó, sin embargo, en una reiteración de pases sin profundidad ni confianza. Messi se escapó una vez pero le taparon el remate en el último segundo. Córners y emoción en el tiempo añadido hasta que finalmente, después de dos rechaces, metido todo el equipo en el área del Valencia, empujando con el alma y esa fe que mueve montañas, Messi se la puso a Neymar, remató de cabeza, rechazó el portero y Sergio Busquets le pegó como si le fuera la vida metiendo balón, defensa y portero dentro de la portería. Inenarrable final.

Crónica publicada por Francesc Perearnau, MD.com








































Fuente fotos: www.mundodeportivo.com y www.laopiniondemalaga.es
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