Barça 1 - PSG 1 (Vuelta 1/4 Final Liga de Campeones) (10-04-2013)


1-1: Messi deja al Barça a dos pasos de Wembley

Un mermado Leo fue decisivo para darle la vuelta a un partido que se había complicado mucho con el gol de Pastore.

Otro golazo de Pedro le da el pase a semis a un Barça bajo mínimos que supo superar todas las adversidades y ser semifinalista por sexta vez seguida.

Un grandísimo Valdés salvó al equipo en las fases de partido en que el PSG buscó la victoria con peligrosos contrataques.

El Barça ya está sólo a dos pasos de Wembley, jugará las semifinales frente a Bayern, Real Madrid o Borussia de Dortmund. Da igual. Lo importante es que pudo superar unos cuartos de final que se habían complicado enormemente. Leo Messi merece mucho más que un monumento en el Camp Nou o en el medio de Barcelona. Su leyenda se incrementó frente al PSG (1-1) todavía más.

Salió al terreno de juego, notablemente mermado en sus condicones fisicas, pero tuvo la magia para cambiar el desarrollo del encuentro que iba perdiendo el Barça por 01. Su sola presencia descompuso a los franceses y de una de sus pocas jugadas (¡casi no podía correr!) nació el milagroso gol de Pedro, otras vez santo subito. Igual que un inmenso Valdés que, otra vez en Europa, hizo un partido prodigioso que pide casi una manifestación barcelonista para que se quede en la portería del Camp Nou. El Barça es por sexta vez semifinalista de la Champions. Ahí queda eso.

No hay duda de que el Barça mereció el pase a semifinales en la suma de los dos partidos, sin olvidar la ‘faena’ de Stark en el Parque de los Príncipes. Este miércoles, con una defensa improvisada, con la posterior lesión de Adriano, supo sacar adelante la eliminatoria. El PSG confirmó que es un equipo en formación, pero con grandes jugadores, que supo imponer su juego en el Camp Nou y obligar al Barça a jugar como pudo, sin tener siquiera el habitual dominio del esférico, sobre todo, en la primera parte.

Por momentos, seguro que alguno pensó en la noche fatídica del Metz, otro equipo francés. Pero este equipo es diferente, sabe sufrir, sabe ponerse el traje de pana y dejar el smoquín en el vestuario. Apretaron los dientes y fueron en poso de un empate que les clasificaba.

Con Adriano, sin Messi

La primera parte del Barça no fue buena. Salvo los primeros minutos en que los azulgrana parecieron querer repetir el juego del día del Milan, el resto de la primera mitad fue de dominio del PSG que hasta se permitió el lujo de tener mayor posesión de balón que los barcelonistas. Con Adriano en la defensa, como socio de Piqué, y con Messi en el banquillo, el ‘once’ que alineó Tito no carburó, el motor azulgrana pareció ratear más de lo debido. El juego fue inconexo, demasiado precipitado en ocasiones en que hacía falta más toque y excesivamente lento, cuando lo que pedía la situación era velocidad en la ejecución de la jugada.

El Barça llegó hasta perder 16 balones, la mayoría en zona de peligro. Cada uno de esos errores en el pase, en campo propio, fue una invitación al contraataque francés. La suerte fue que siempre apareció un gigante, un Víctor Valdés que dio todo un recital de paradas. El PSG fue dueño y señor de la zona ancha del campo, obligó al Barça a jugar demasiado atrás y así no sabe hacerlo. Sufre.

El Barça cometió el error de no aguantar suficientemente el balón, entrando en un intercambio de golpes en que los parisinos eran mejores por la profundidad de Lavezzi (otra vez una pesadilla para la zaga barcelonista) y el esfuerzo de los medios con Motta y Verratti que hacían el trabajo sucio, para que Lucas Moura (¡qué clase tiene el joven brasileño) y Pastore, armaran el fútbol ofensivo con un Ibra que se retrasaba para hacer de enlace y sacaba de su zona a Piqué. De paso, lograban romper la sociedad entre Xavi e Iniesta, en la que sólo el manchego parecía encontrar espacio, mientras que el de Terrassa estaba ‘enjaulado’. Encima, Busquets no tenía su noche, resbalaba más d elo debido y erraba en los pases, algo poco habitual en el de Badía.

¡Qué grande es Valdés!

Salvo un balón robado por Iniesta, que posteriormente elevó por encima de Sirigu sin suerte, no hubo un remate peligroso del Barça que un saque de falta de Xavi que casi marca en un gran lanzamiento, pero el balón pasó rozando la red lateral.

Valdés, por el contrario, sacó dos tiros con márchamo de gol de Lavezzi y otro de Lucas Moura y hasta salvó milagrosamente un cabezazo de Alex, anulado, eso sí por fuera de juego del de Rosario. Si no es por Víctor, el 0-0 con el que se llegó a la media parte, no se hubiera producido. No fue de extrañar ver a Leo Messi morderse las uñas, muy nervioso, en el banquillo. En toda esa primera mitad, Sirigu, sólo se vio obligado a intervenir en un remate de Pedro que logró desviar para que, posteriormente, el tinerfeño, no pudiera volver a chutar. Hubo poco remate, otra vez, en el Barça. Valdés trabajó mucho más que Sirigu, más arropado por una defensa en que Thiago Silva volvió a destacar, salvo en un resbalón inicial absurdo que propició una falta peligrosa para el Barça. Xavi casi marca en un gran lanzamiento que pasó rozando el lateral.

Gol de Pastore

La segunda parte empezó igual, aunque fue peor. A los cuatro minutos, el rey de las asistencias de la Champions que es Zlatan Ibrahimovic, con siete. Ibra dio un buen pase al argentino Pastore que se fue por velocidad de Alves y batió a Valdés en su salida desesperada. Era el 0-1 que hacía justicia al mejor juego del PSG y castigaba los errores barcelonistas. Además, ese gol hizo daño, mucho daño.

Leo Messi salió a calentar en a banda y el Camp Nou rugió. Era el minuto 53. Alexis se añadió al crack argentino en a anda. Era el plan B desesperado de Tito Vilanova que veía que se le escapaba el billete para semis que tenían en la mano tras empatar enla ida en París a dos goles. Encima, antes de que Messi ocupara la plaza de Cesc (anoche muy por debajo del nivel frente al Mallorca, quizá afectado por su eminente paternidad), Adriano recayó de su lesión. Otra vez sus múculos le dejaron en evidencia. Bartra ocupó su puesto con retraso. La apuesta arriesgada con Adriano costó cara.

Leo lo cambia todo

La entrada de Messi tuvo el mérito que despertó al equipo, al Camp Nou. Iniesta hizo un jugadón, el propio Andrés obligó a Sirigu a lucirse rechazando un tiro del manchego (64’). El partido era otro, al menos por la diferencia de cómo lo afrontaba el equipo azulgrana, con mayor ímpetu, con más presión, con más ambición y lucha.

Y la importancia de Messi se vio en el gol milagroso del empate, obra de Pedro. Leo controló el balón en las proximidades del área, descolocó a la defensa, le pasó el balón a Villa. Y el Guaje supo dar una asistencia de oro para que Pedro fusilara con su zurda a Sirigu. Pedro no marcaba en Champions desde el partido ante el BATE en 2012 y lograba su primer tato en la presente edición.

Era el 1-1 que acercaba al Barça a semis, tras todo lo que había sufrido en lo que iba de partido.Messi, tocado, ampliaba más todavía su leyenda. Caminando, Leo es igualmente decisivo. Sin exagerar, futbolísticamente hablando, recordó la leyenda del Cid Campeador que intervino en una batalla después de muerto. Leo estuvo muy vivo, aunque claramente mermado de fuerzas, cuidando cada paso, cada carrera.

A partir del 1-1. Tito dio entrada a Song y le puso al lado de un desconocido Busquets como doble pivote, puso a Iniesta a un lado y a Pedro al otro. Adelantó a Xavi y dejó que Messi hiciera lo que pudiera en punta. Salió bien, pero qué sufrimiento. El pitido final de Kuipers fue una bendición del cielo. El Barça estaba en semis con todo merecimiento, entre los mejores cuatro de la Champions. A dos pasos de la estación de Wembley, en la finalísima de Londres. Muy cerca para dejar escapar la ocasión de estar en un escenario mágico en el que se ha ganado una Copa de Europa y una Champions. 'Au revoire Paris Saint Germain!'.

Crónica publicada por Francesc Aguilar, MD.com























































Fuente fotos: www.mundodeportivo.com, www.laopiniondemalaga.es y www.marca.com
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