River Plate 0 - Barça 3 (Final Mundial de Clubs) (20-12-2015)


¡¡¡Tricampeones del Mundo!!!

Dominio apabullante azulgrana en otra final superlativa del mejor equipo de la historia

Aunque enfermo, Messi se fue al gol otra vez y Suárez remató el partido en plan festival

Otro título, el tercer Mundial de Clubes de la era Messi y del equipo más perfeccionado, regular y campeón de la historia, cayó de lado del Barça en el estadio Nissan de Yokohama donde miles de seguidores de River terminaron cantando y jaleando a su equipo, irreprochablemente inferior y aplastado por la maquina goleadora azulgrana. El rival no tuvo la menor chance, sólo pudo admitir la derrota ante un Barça pluscuamperfecto y hoy por hoy imbatible en las grandes batallas.

La impresionante fuerza de un escenario completamente platense, sumada al alma y el corazón de River, empeñado en jugar el partido de su vida ante el Barça, apenas perturbaron la plástica y la puesta en escena del fútbol azulgrana, superior, más inteligente y dominador de las múltiples facetas de un juego sobre el cual parece conocer secretos nunca antes revelados. No fue la suma de los grandes jugadores-talento que tenía delante la causa de que el rival ni atacara bien ni defendiera mejor durante el primer tiempo, finalmente resuelto con un parcial de 1-0 favorable al equipo que mandó indiscutiblemente en el campo.

El espacio-tiempo

Es la esencia del fútbol azulgrana, jugado en una cuarta dimensión, la del espacio usado como elemento estratégico, el verdadero problema tantas veces irresoluble para los contrarios, como River en el Nissan Stadium, incapaces de anticiparse en la pizarra a lo que se encuentran después en el campo, cuando ya es demasiado tarde para buscar un antídoto. Porque no existe cuando Messi gira y echa a correr, imparable, mientras los otros dos el Tridente, o Rakitic o Iniesta, se camuflan como guepardos esperando el momento de aparecer. La desorientación en el rival provoca pánico de momento.

Luego la resignación y finalmente el rendirse por dentro, que es la peor de las sensaciones ante el Barça. Dos intervenciones destacadas de Barovero impidieron dejar la final definida antes del descanso a disparos de Messi, uno de jugada y otro de falta, sin contar que los regates de Neymar en el área cortaban el aliento de ‘bombonera’ ofrecido generosamente por los hinchas de River, miles y miles, en clara superioridad sobre el Gol Sur azulgrana.

Poco importó, pues la adversidad motiva. En el Barça a afinar su instinto matador y en el River a rascar y coser a patadas al contrario, que a eso se debía referir Marcelo Gallardo cuando, usando eufemismos en la previa, habló de ponerle inteligencia y corazón al partido para anular al Barça.

Sin antídoto

Otro error del técnico argentino, pues a este Barça que respeta enamoradamente el fútbol le enervan los ‘mouriños’ aunque hablen con la delicadeza del técnico de River. El 1-0 de Messi, culminando un baile de lado a lado del campo, ya reflejó artísticamente de qué iba el partido. Un monólogo o un manual de fútbol, o las dos cosas a la vez.

Cuando River quiso dar un pasito al frente, el resultado empeoró para los suyos, quedando desde la reanudación completamente a merced de un enemigo versátil e implacable, peligroso en estático y demoledor con espacios o a la contra. Luis Suárez, primero tras un carrerón y después de un cabezazo, malogró cualquier esperanza mientras el público más neutral, japonés y del Barça mayoritariamente, se lo pasaba como nunca viendo otra vez, en otra gran final, el mayor espectáculo del mundo.

Tenía razón Gallardo en una cosa, el Barça ponía los mejores jugadores, pero también más corazón, orgullo, personalidad y hasta una pizca más de humildad. Y aunque enfermo, Messi se fue al gol otra vez.

Crónica publicada por Francesc Perearnau, MD.com






































































Fuente fotos: www.mundodeportivo.com, www.laopiniondemalaga.es y www.marca.com
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