El conjunto barcelonista, poco lúcido para remontar después de un gol madrugador de Álvaro Giménez, acabó de hundirse con un error de chiste que supuso el 2-1 después de haber logrado empatar
Frenazo imperdonable del Barça en el Ramón de Carranza. Un jarro de agua fría en la ‘Tacita de Plata’, donde el Cádiz no había ganado aún como local. Los errores individuales pesaron demasiado y al Barça, que no fue ni de lejos un equipo convencido en sus posibilidades, le faltaron recursos para reaccionar. Falta de verticalidad al principio y desorden al final. Al Cádiz, en cambio, sí le sobró autoconvencimiento. Álvaro Giménez avanzó al once andaluz pronto a la salida de un córner, en lo que pudo ser autogol de Mingueza. El Barça empató en centro de Alba que se introdujo en la portería Alcalá y, cuando lo más difícil estaba hecho, un error grotesco entre Alba, Lenglet y Ter Stegen propició el gol del veterano Negredo, recién incorporado, y condenó a un barça sin capacidad de reacción. La Liga ya es casi una quimera.
Los errores fueron definitivos. Y alguno, como el del 1-2, ridículo. El Barça fue un equipo con poca lucidez para romper los esquemas de un Cádiz que supo aprovechar bien esos regalos y después jugar sus bazas con orden y oficio. Al equipo de Koeman en la primera parte, le faltó profundidad ante un Cádiz hermético. En el tramo final, le sobró desorden.
El conjunto barcelonista tuvo de inicio el dominio del juego, movió el balón y encerró a su rival, pero en gran parte fue por la vocación defensiva de este Cádiz, con un 4-5-1 que cerraba espacios. Se defendió muy bien y anuló los pasillos por los que el Barça pudiese crear peligro. Eso sí: en ataque lo fiaron todo en la primera parte a algún chispazo de luz en ataque. Lo demás, a defenderse con orden y algún balonazo largo.
Jarro de agua fría
Pronto llegó ese momento, en forma de jarro de agua helada para el Barça, antes de los diez minutos. Un mal rechace de Dest en una disputa con Álex Fernández acabó en córner. En el saque, Fali remató de cabeza en un salto con Griezmann y Mingueza, en su intento por despejar, desvió el balón hacia su propia portería. Álvaro Giménez acabó de impulsarlo a gol, sobre la línea, después de que Ter Stegen hubiese tocado el balón pese al intento de despeje de Mingueza, que reclamó una falta inexistente.
A partir de ese momento, el Cádiz se aplicó en amontonar jugadores cerca del área. El Barça tocó, tocó y tocó, siempre en estático. Solamente logró jugar a la espalda de los centrales en la primera parte en un pase vertical de Messi a Braithwaite, cuyo remate fue rechazado con el pie por el meta Ledesma.
Fue la mejor ocasión antes del descanso. Las otras, a balón parado y a cargo de Messi, que junto con Dest canalizó casi todo el peligro generado por el Barça. Leo buscó un gol de falta directa y un gol olímpico. En dos ocasiones, atrapó Ledesma con algún apuro.
Al conjunto de Koeman, con Griezmann en principio por detrás de Braithwaite pero pendiente de lo que hacía Leo para cambiar de ubicación, le sobró gente por dentro, con el francés, el argentino y Coutinho renunciando a las bandas, por donde llegaban Dest y Jordi Alba.
En busca de la reacción, Koeman introdujo a Dembélé por Coutinho en busca de mayor amplitud y Mingueza pagó al pato en defensa y se quedó en la caseta tras el descanso. De Jong, que en pocos minutos fue objeto de dos túneles por parte de Perea. Entró Pedri, que volvió a situarse como medio centro, y Dembélé reanimó al equipo por la izquierda.
Empate y nuevo regalo
Al Barça le costaba abrir a un Cádiz hermético, pero igual que un rechace desafortunado de Mingueza propició el gol del Cádiz, el central Alcalá, que había entrado por lesión de Mauro en el primer tiempo, desvió un centro de Alba tras pase de Messi y despistó por completo a Ledesma.
Y, cuando el Barça había hecho lo más difícil, abrir la lata, llegó una cadena de errores entre Lenglet y Ter Stegen. Un lío tremendo entre ambos, con participación de Alba. El central no controló un pase del lateral de saque de banda y Negredo, recién entrado en el partido, controló sin ángulo y se llevó el rechace nervioso del portero antes de marcar a placer. Una jugada grotesca que resumió el partido del conjunto de Koeman.
Messi continuó buscando el gol tras ese 2-1 y Dest, en una internada por la derecha, cruzó demasiado ante Ledesma antes de ser sustituido por Trincao, una decisión difícil de comprender cuando el norteamericano era la mejor arma ofensiva del equipo. Un Barça con casi toda la pólvora acabó volcado en ataque pero sin orden. Messi chutó tras una jugada global y el Cádiz, crecido, se atrevió incluso a buscar nuevas contras. Bobby, tras un remate de Pjanic que rechazó el meta, pudo ampliar la renta, pero remató cruzado. Y las ocasiones finales del Barça ante un Cádiz embotellado no arreglaron el desaguisado.
Crónica publicada por Joan Poquí, MD.com
Fuente fotos: www.mundodeportivo.com y www.laopiniondemalaga.es
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