0-0: El Barça empata contra el Villarreal y queda a 7 puntos del Madrid
Espeso, irreconocible y con claros síntomas de cansancio mental tras la batalla del clásico del miércoles, el FC Barcelona se dejó anoche en El Madrigal tres cuartos de Liga en un encuentro en el que nunca dio sensación de controlar el ritmo de juego. Un equipo acostumbrado a crear numerosísimas ocasiones apenas generó tres claras. Hubieran bastado para ganar, pero ni Messi, con una vaselina y un mano a mano con el portero, ni Cesc, con un disparo al larguero y otro alto a puerta vacía, estuvieron finos a la hora de concretarlas. Los siete puntos con los que el Real Madrid le aventaja en la tabla parecen ahora mismo una distancia insalvable pese a que queda muchísima Liga. Pelear por ella será una cuestión de orgullo y fe, pero los azulgrana tendrán que ir pensando también en mirar hacia otros horizontes como la Copa del Rey o la Liga de Campeones.
Anoche, Guardiola volvió a apostar por una defensa de tres, con Puyol y Piqué intercambiando la derecha y el cierre en varias ocasiones. En el centro del campo, dio entrada a Busquets y Mascherano, lo que aportó una variante. El Barça dispuso un cuadrado, en el que 'Busi' y 'Masche' ocupaban la parte trasera, mientras Xavi y Cesc se colocaban en la de delantera. Con Messi de falso '9', Alves y Adriano abrían el campo como extremos. Fue por la banda de Dani por donde más cómodo se sintió el equipo. Al brasileño le faltó poco para poder culminar un par de buenas internadas. La mejor ocasión nació de las botas de Alves, precisamente, en un gran pase a Messi de los que el argentino no suele perdonar. En esta ocasión, su vaselina sobre Diego López se marchó rozando el palo. Todo parecía marchar sobre lo previsto, pero el conjunto de Pep Guardiola se fue desinflando poco a poco.
El Villarreal, mientras tanto, intentaba sorprender al Barça en rápidas contras fraguadas gracias al buen trabajo de sus centrocampistas, especialmente Borja Valero. En apenas dos minutos, Marco Ruben envió a las nubesun buen pase de Cani, Valdés mandó a córner un trallazo de Marcos Senna y el árbitro anuló bien un gol a Gonzalo. El partido enloqueció. Guardiola decidió intentar cortar el impulso amarillo retrasando a Mascherano a la posición de central y recuperando la defensa de cuatro. La partida de ajedrez continuaba pero el discurrir del encuentro no cambiaba.
No había control absoluto y después de que el Villarreal reclamara un penalti de Busquets sobre Borja Valero, ya en el segundo tiempo, Pep decidió hacer cambios. Echó mano del 'resucitado' e infiltrado Alexis, que suplió a Piqué. El chileno se colocó en el centro del ataque, mientras Messi caía a la derecha y Alves se retrasaba al lateral. El juego continuaba siendo embarullado. A los azulgrana les costaba combinar y Guardiola se jugó sus últimas cartas. Tello y Thiago entraron por Adriano y Xavi. La valentía de Cristian en la banda izquierda provocó mayor asedio. Una buena jugada suya con pase atrás fue rematada por Cesc al larguero. Reclamaron los azulgrana dos penaltis, uno sobre Alexis y otro sobre Puyol y el Barça embotelló a su rival en busca de ese gol que le devolviera a la Liga. Una gran combinación entre Alexis y Messi dejó a Leo solo ante Diego López, que rechazó el disparo. Cesc, a portería vacía, envió el balón a las nubes. No era el día adecuado. Ganar la Liga ahora será ahora, ni más ni menos, una cuestión de épica.
Crónica publicada por José Luis Artús, MD.com
Espeso, irreconocible y con claros síntomas de cansancio mental tras la batalla del clásico del miércoles, el FC Barcelona se dejó anoche en El Madrigal tres cuartos de Liga en un encuentro en el que nunca dio sensación de controlar el ritmo de juego. Un equipo acostumbrado a crear numerosísimas ocasiones apenas generó tres claras. Hubieran bastado para ganar, pero ni Messi, con una vaselina y un mano a mano con el portero, ni Cesc, con un disparo al larguero y otro alto a puerta vacía, estuvieron finos a la hora de concretarlas. Los siete puntos con los que el Real Madrid le aventaja en la tabla parecen ahora mismo una distancia insalvable pese a que queda muchísima Liga. Pelear por ella será una cuestión de orgullo y fe, pero los azulgrana tendrán que ir pensando también en mirar hacia otros horizontes como la Copa del Rey o la Liga de Campeones.
Anoche, Guardiola volvió a apostar por una defensa de tres, con Puyol y Piqué intercambiando la derecha y el cierre en varias ocasiones. En el centro del campo, dio entrada a Busquets y Mascherano, lo que aportó una variante. El Barça dispuso un cuadrado, en el que 'Busi' y 'Masche' ocupaban la parte trasera, mientras Xavi y Cesc se colocaban en la de delantera. Con Messi de falso '9', Alves y Adriano abrían el campo como extremos. Fue por la banda de Dani por donde más cómodo se sintió el equipo. Al brasileño le faltó poco para poder culminar un par de buenas internadas. La mejor ocasión nació de las botas de Alves, precisamente, en un gran pase a Messi de los que el argentino no suele perdonar. En esta ocasión, su vaselina sobre Diego López se marchó rozando el palo. Todo parecía marchar sobre lo previsto, pero el conjunto de Pep Guardiola se fue desinflando poco a poco.
El Villarreal, mientras tanto, intentaba sorprender al Barça en rápidas contras fraguadas gracias al buen trabajo de sus centrocampistas, especialmente Borja Valero. En apenas dos minutos, Marco Ruben envió a las nubesun buen pase de Cani, Valdés mandó a córner un trallazo de Marcos Senna y el árbitro anuló bien un gol a Gonzalo. El partido enloqueció. Guardiola decidió intentar cortar el impulso amarillo retrasando a Mascherano a la posición de central y recuperando la defensa de cuatro. La partida de ajedrez continuaba pero el discurrir del encuentro no cambiaba.
No había control absoluto y después de que el Villarreal reclamara un penalti de Busquets sobre Borja Valero, ya en el segundo tiempo, Pep decidió hacer cambios. Echó mano del 'resucitado' e infiltrado Alexis, que suplió a Piqué. El chileno se colocó en el centro del ataque, mientras Messi caía a la derecha y Alves se retrasaba al lateral. El juego continuaba siendo embarullado. A los azulgrana les costaba combinar y Guardiola se jugó sus últimas cartas. Tello y Thiago entraron por Adriano y Xavi. La valentía de Cristian en la banda izquierda provocó mayor asedio. Una buena jugada suya con pase atrás fue rematada por Cesc al larguero. Reclamaron los azulgrana dos penaltis, uno sobre Alexis y otro sobre Puyol y el Barça embotelló a su rival en busca de ese gol que le devolviera a la Liga. Una gran combinación entre Alexis y Messi dejó a Leo solo ante Diego López, que rechazó el disparo. Cesc, a portería vacía, envió el balón a las nubes. No era el día adecuado. Ganar la Liga ahora será ahora, ni más ni menos, una cuestión de épica.
Crónica publicada por José Luis Artús, MD.com
Fuente fotos: www.laopiniondemalaga.es y www.mundodeportivo.com
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