Un líder también demuestra su prestancia en situaciones delicadas. El Barça venía de tres jornadas alejadas de su perfil de equipo demoledor, con un último estropicio en Montjuïc, y de repente, cuando pasaba un mal trago en Son Moix, se sacó una 'manita' para devolver su status a sitio y arrollar a un Mallorca que llegó a creerse el cuarto verdugo. No lo fue. El equipo azulgrana, el eficaz, ha vuelto cargado con goles.
Después de vestirse de titular en la primera veintena de partidos oficiales, Lewandowski descansó en Son Moix. Algo tuvo que ver, quizá, su insustancial aportación defensiva ante Las Palmas. Esta rotación ya se vio en LaLiga pasada. Con Xavi en el banquillo, el delantero polaco dejo su puesto precisamente a Ferran Torres, que regresó al once tras ocho partidos lesionado y media hora en sus botas ante los canarios. En aquella ocasión, el Barça acabó empatando a dos ante los mallorquines, pero ninguno de los dos marcó. Esta vez sí. Fue Ferran Torres.
No hubo el sofoco de las tres últimas jornadas pero la irregularidad acabó pasando factura. Los de Flick jugaron a sus anchas al inicio. El balón circulaba con cierta rapidez, el ritmo de juego era interesante y el equipo encontraba la portería sin pensar en exceso cómo. Fruto de la presión y del desajuste defensivo del Mallorca, el Barça no tardó en descorchar el marcador. Fue gracias a una falta de entendimiento local que Ferran Torres aprovechó con un toque mordido que acabó en gol. Sin pretenderlo, los azulgrana mandaban ya en el partido.
Lejos de acomodarse, los de Flick siguieron apretando. En un puñado de minutos, hilvanaron dos acciones de peligro. Ferran Torres buscó el segundo pero Leo Román lo evitó y Lamine Yamal probó el disparo lejano. Era un Barça fiable, reconocible. El control y la prestancia sólo se vio alterada por una segunda tarjeta amarilla a Casadó, la segunda después de una temprana a Cubarsí, que el Barça sabía compensar metiendo al Mallorca en fuera de juego.
El guión dio un vuelco de repentino. El Barça se desfiguró ante un rival más decidido a empatar. Y eso que las transiciones eran veneno puro, pero que nunca lograron inyectar. El intercambio de imprecisiones y algún despropósito se apoderó de un equipo que empezaba a descomponerse.
Hasta que el sistema defensivo del Barça estalló por los aires. Un pase por el centro lo recogió Maffeo para dar en bandeja el gol a Muriqi. El empate tuvo su suspense pero subió al marcador. El Barça recuperó el ánimo con otro regalo de Raillo, que Raphinha no supo aprovechar primero ni después. Sin hacer un juego equilibrado, el Barça se retiró al vestuario con ocasiones suficientes pero habiendo cedido la igualada por su propia descompresión.
Flick
abandonó su posición gesticulando y moviendo la cabeza de manera
negativa. Su plan no estaba saliendo bien y en la segunda parte exigía
un cambio radical que se alejase de la imagen que se había dado. Y la
reacción llegó repitiendo su salida avasalladora. Un par de remates
presagiaron el gol, que llegó de penalti. Lamine había ganado la
posición a Mojica, que le hizo caer a la carrera. El colegiado Gil Manzano no le o dudó y el VAR no intervino. Raphinha alargó su estado de forma goleadora transformando el lanzamiento.
Con el viento soplando a favor, pese a algún susto puntual, Flick pedía cabeza, unidad, esfuerzo y solidaridad. Y aunque el equipo se trató de aplicar, la sensación de incomodidad era evidente. El Mallorca intentaba recuperarse con disparos lejanos. Uno de Dani Rodríguez que alteraron a Iñaki Peña. El técnico realizó cambios a granel. Faltaba el tercero.
El triunfo llegó cuando Lamine sacó de su chistera una asistencia única. Con el exterior del pie se inventó un centro para que, sí, otra vez Raphinha, empuja el balón aprovechando el efecto. El brasileño va ya por los 18 goles, una barbaridad impensable. El canterano y el brasileño rescataron al Barça. Fue el tándem del partido.
El festival no había terminado por Lamine se sacó otra asistencia con el exterior para que un centro de Pau Víctor lo rematase De Jong, en tareas de mediapunta. El Barça ya estaba desbocado con el cuarto tanto, así que el quinto no tardó en llegar con un Pau Víctor empeñado en aprovechar sus minutos. Fue gracias también al neerlandés. Sin esperarlo, al Mallorca le había caído una manita.
Crónica publicada por Gabriel Sans, MD.com
Fuente fotos: www.mundodeportivo.com y www.laopiniondemalaga.es
No hay comentarios:
Publicar un comentario