El Barça fabricó ocasiones suficientes para no sufrir, con tres palos, pero debió remontar el tanto inicial rayista
Fran García adelantó a los locales pero la reacción fue inmediata: primero Messi y después a De Jong
La entrada de Alba revitalizó el juego ofensivo y el equipo azulgrana se animó definitivamente
Fue un palo de partido, porque el Barça no mereció sufrir ante el Rayo para clasificarse para los cuartos de la Copa del Rey, porque el infortunio le castigó con tres postes, muchas ocasiones fallidas y premiando la única ocasión local y porque siendo superior, debió esperar hasta el 80 para imponer su autoridad. Fue un 1-2 pero pudo ser una goleada azulgrana. Marcó el de siempre, Messi, una pesadilla en Vallecas, y un De Jong con estrella y enrachado pero la historia dirá que Alba revolucionó el estado de ánimo azulgrana y la eliminatoria.
Koeman viajó a Madrid no para medirse a un Primera candidato al título de Liga sino a un Segunda con la sana aspiración de regresar a la élite. El técnico no se fio de las bajas rayistas y propuso un once lo más lustroso posible pero retocado. Minutos para Junior en lugar de Alba, un Riqui Puig con premio por Pedri y la continuidad copera de Trincao por Dembélé. Un equipo titular pensando para evitar sorpresas y ejecutar el pase
Fue un Barça superior desde el principio, antes incluso del pitido inicial con un Messi pasándoselo en grande calentando, aunque mirando de reojo el estado de un maltrecho césped. Leo intimida solo con su presencia y el Rayo se aplicó martirizándole con faltas que merecieron más de una tarjeta. Los ruegos de A ndoni Iraola para que alargase su descanso por sanción no fueron escuchados y acabó de titular con Griezmann como escudero. La jefatura del juego en manos de un eléctrico Riqui y de De Jong.
El gol estaba cantando. Tarde o temprano, el ataque azulgrana iba a taladrar el muro vallecano. Eso parecía. Era cuestión de insistencia. La correlación de acciones se sucedió a partir de los diez minutos, desde un penalti reclamado por Trincao que ni el árbitro ni el VAR vieron. Poco a poco, los azulgrana trataron de agrietar su resistencia. Primero con una falta que Araujo peinó y Dimitriesvski blocó, después con un centro envenenado de Junior con remate raspando de De Jong que se fue al travesaño y más tarde, ya a los veinte minutos, con un disparo de lejos de Mess i que paró el portero.
Sobre el tablero, los dos equipos expusieron el cómo. El Barça con control y autoridad y el Rayo, con presión, línea defensiva adelantada y un fútbol menos sofisticado pero más directo. Y le fue dando resultado con aproximaciones peligrosas derivadas de faltas laterales y remates que generaron dudas en la defensa cule´. Como una de Trejo, la más picante.
Concentrados en el juego y también en el repliegue cuando convenía, el Barça se adueñó de la partitura. Se le veía frustrado porque su poderío no se traducía en gol pero no dejó de intentarlo. Una doble ocasión de Trincao con parada del portero y remate de Riqui que golpeó en un defensa y se fue al palo. El segundo de la primera parte. Visto lo visto, Griezmann disparó de nuevo con el meta repeliendo la acción y Messi cabalgó sin suerte por el área en busca del gol.
Y el Barça se fue al descanso barruntando por qué ninguna de sus ocasiones había llegado a la red. Fue a por el partido generando juego pero se dieron contra los postes. Habría alguno más. El Rayo, en cambio, se iba felicitando por su planteamiento conservador, el mejor que podía hacer, con determinación. Koeman no quería pensar en una cuarta prórroga.
La maldición de los postes continuó, con una primera falta lateral provocada por un Trincao más peligroso que de costumbre. Messi se puso a enfocar y su chut de rosca pegó de nuevo en el travesaño. El tercero: De Jong, Riqui y Leo. El Barça tenía flujo ofensivo pero no suerte. Así que trató de buscarla de nuevo, como fuera. Era superior y lo merecía.
Messi se arremangó forzando más ocasiones, a la vez que el Rayo se aplicaba en la presión con menos afán como Qasmi, que topó con un Araujo imperial. Griezmann la tuvo tras una elaboración bien distribuida. No le fue el único que lo intentó. De Jong pedía pena máxima, el tercer reclamo del partido, aunque fue falta fuera. Pero ni así.
El Barça atravesó entonces una fase de inestabilidad defensiva, con un punto de nervios inexplicable. Con balones que no se terminaban de despejar, perdiendo autoridad. Y quién lo diría, el Rayo encontraría el gol por el camino más rápido. Un centro de Alvaro que Neto no termina de parar y Fran García empuja el gol. Se veía al Rayo capaz de dar un paso adelante.
Koeman intervino para remendar tanta ofuscación sacando todo el arsenal que le quedaba. Dio entrada a Alba, Dembélé y Pedri y la reacción fue inmediato aunque sin su intervención. En el 69’, gran pase de De Jong al hueco para Griezmann, control, y cesió a Messi que remató a gol. El empate era un aviso a los rayistas: el equipo azulgrana no estaba para bromas y no quería otra prórroga. Alba, por la izquierda, imprimió más profundidad y el equipo lo notó. En el 80, una jugada del costado izquierdo derivó en un centro del lateral y un remate de De Jong. Ahora sí, ahora sí. El Barça a cuartos.
Crónica publicada por Gabriel Sans, MD.com
Fuente fotos: www.mundodeportivo.com y www.laopiniondemalaga.es
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