Punto de orgullo del Barça en Roma
El equipo de Luis Enrique luchó hasta la extenuación para sobreponerse al estético gol de Florenzi y al infortunio de Rafinha después de adelantarse en el marcador pero sus intentos no tuvieron el premio de la victoria
Ser campeón de la Champions te cuelga la etiqueta de favorito pero no te garantiza la victoria, aunque seas superior. Cuando el balón rueda, todos son iguales, con sus virtudes y sus defectos. El Barça se fue del Olimpico de Roma, majestuoso escenario de un título, herido pero no rendido. Luchó hasta el agotamiento para sobreponerse a un estético tanto desde el centro del campo cuando ya se había avanzado y al infortunio de Rafinha. Lo intentó y no pudo ser. Fue emocionalmente castigado pero se llevó un punto de orgullo. La Roma celebró su partido del año como una final.
Luis Enrique estudió bien a la Roma en el partido de la Serie A ganado a la Juve y se quedó con el cabezazo de Dzeko que remataba el marcador. La defensa requería centímetros y pensó en Mathieu. En los seis partidos anteriores, el rol del francés se había limitado a titular de lateral o a suplente de los centrales. Rudi García también le dio vueltas al eje defensivo y recuperado Rudiger, tiró de la alineación más previsible sin Pjanic. Y el guión de la primera parte, efectivamente, se desarrollo por el aire, Luis Suárez marcó de cabeza y Florenzi, desde un calculado y estratosférico disparo desde el centro del campo.
Al partido no le costó arrancar. Messi cogió la partitura y se puso a dirigir al Barçar. El peligro eclosionaba en su banda y terminaba con un disparo lejano suyo o con las internadas de Neymar. Ordenado en defensa, la Roma prefería jugar en largo, a la carrera, que en ancho. Puestas las condiciones y con una pizca de intriga, la lucha sólo se vio alterada por los errores individuales, más azulgranas que romanistas. Y, sin embargo, la balanza se inclinó del lado azulgrana. Mathieu lanzaba un balón a Messi que, fortuitamemente hizo caer a Digne. Vacío el lado izquierdo, Rakitic pisó el área centrado un balón que Luis Suárez remató de cabeza. El gol alteraba el marcador pero no la puesta en escena.
La Roma apostaba por la sobrecogedora suficiencia atlética de Salh. Como un rayo, entraba a la carrera por su banda sin que Alba, Mathieu, incluso Piqué o Busquets pudieran remediarlo. Sus sprintis alertaban de algo podía suceder, pero nadie imaginó lo que vendría después. Florenzi, reconvertido en lateral, enchufaba su radar, localizaba a Ter Stegen avanzado y desde el centro del campo lanzaba un misil tan intencionado como certero. Todos recordaron el tanto de San José en San Mamés, pero es el riesgo de diseñar un equipo con el portero avanzado. El increíble primer tanto de Florenzi en la Champions perpetraba algo peor que el empate. Desparramó las dudas sobre la portería culé. Lejos de someterse a este componente psicológico, Ter Stegen las contestó con un rechace soberbio a disparo de Nainggolan. Con seis acciones del Barça, una entre los tres palos, y dos de la Roma, se cerró la contabilidad de la primera parte.
Heridos en su orgullo por un gol que ya estaba dando la vuelta al mundo, el Barça reapareció como un convencida de la victoria. Para la Roma, la peor incidencia llegó a los pocos minutos con la lesión de Szczesny. El poloca se retiró por un encontronazo con Luis Suárez, que alargó el pie en un remate. Ya se las habían tenido. El uruguayo le reclamó un penalti que no era y el ex del Arsenal se le reprochó airadamente. Nainggolan se cobró venganza poco después con una escalofriante falta a Rafinha. Hacía un minuto que acababa de sustituir a Rakitic. En el palco, Bartomeu movía la cabeza enfadado. El padre del brasileño se llevó un buen susto en el palco.
Luis Enrique se vio obligado a hacer entrar a Mascherano. De la carta ofensiva a una carta más de contención. Media más sacrificada y el mismo talento adelante. El Barça se aturulló, pero no se ahogó emocionalmente. Lo intentó pero la delantera anduvo desenfocada hasta que Messi despertó la fiera que lleva dentro con un chut al larguero dentro del área. La ocasión contagió a Iniesta que también tuvo una pero De Sanctis tapió la portería hasta en cuatro ocasiones. Varios chuts, el último con intención de Sergi Roberto, otro de Neymar y un toque de Alba que supo sacar cuando se colaba. El Barça luchó hasta la extenuación pero sin premio.
Crónica publicada por Gabriel Sans, MD.com
Fuente fotos: www.mundodeportivo.com y www.laopiniondemalaga.es
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