Neymar y Messi lideran a un Barça campeón
El brasileño hizo callar al Calderón con el 1-1 y Leo dinamitó el partido en media hora
Si el desafío era un calendario prefabricado y aterrador, con San Mamés y el Calderón para empezar, la repuesta del triple campeón azulgrana ha sido asestar dos espectaculares golpes a la Liga, prematuros si se quiere pero de un calado que con el tiempo pueden convertirse en decisivos. En un partido de soberbia ocupación azulgrana del estadio ‘colchonero’ el equipo de Luis Enrique exhibió autoridad, clase, recursos y el liderazgo de Leo Messi, autor del gol de la victoria, sin pasar por alto que Neymar salvó el peor momento del partido tras el 1-0 encajado en el minuto 52.
La superioridad, no obstante, puede ofrecer, como en el primer tiempo esta noche en el Calderón, una cara cruel e injusta. El Barça dominó como quiso a su rival, incluida en la faceta que mejor domina, el contragolpe, y se pudo ir al descanso con una ventaja mínima de dos goles.
La primera gran oportunidad de romper el partido la tuvo Luis Suárez en el desenlace de un saque de esquina (24’) sacado por Rakitic y peinado por Rafinha para que el uruguayo llegara solo. Su remate se estrelló en el travesaño para respiro y tranquilidad del estadio ‘colchonero’, que diez minutos después se encogió en una fulgurante jugada del Barça por el centro y pase de Suárez a Neymar, casi solo al borde del área.
El brasileño lo bordó con tres regates maestros y un disparo raso con la mala suerte que se estrelló en un defensa. Pudo haber penalti en el rechace del defensa lo mismo que en un despeje a corner del Atlético a poco de empezar el partido. Mateu Lahoz, en su línea, rebajó mucho el listón de la pegada local y desde luego no prestó la menor atención a lo que pudiera pasar en el área rojiblanca.
Para entonces, avanzada la media hora de partido, la mala noticia de la noche ya se había consumado en forma de lesión muscular de Vermaelen, en pleno relanzamiento de su carrera en el Barça; una rotura probablemente debida a la sobrecarga por haber disputado 180 minutos con su selección. El disgusto se lo llevó el belga al vestuario y el problema lo solucionó Luis Enrique con la puesta en escena de Mathieu como central sin que el equipo acusara aparentemente el cambio.
La ausencia de Messi, siempre importante de cara al marcador, la suplió el equipo con un partido de control casi inmaculado, muy bien colocado sobre la salida del Atlético de Madrid, rápido en la presión y el robo y peligrosísimo en las contras. Casi más que su rival, un especialista consumado que no las pudo proyectar con claridad. Sólo las pérdidas de balón producían peligro cerca de Ter Stegen, inédito hasta el descanso.
El Calderón se incendió a los 4 minutos por una mano de Mascherano que no quiso ver Mateu Lahoz -¿inopinadamente por coherencia?- del mismo modo que ignoró un empujón a Suárez dentro del área inmediatamente después y segundos antes de que, por primera vez, al Atlético le saliera bien una contra interior culminada por Torres, el que siempre le marca al Barça.
En contraposición al indudable hecho de que el equipo azulgrana perdía injustamente el partido en ese momento, apareció Neymar para devolver las cosas a su sitio. Es cierto que el rival se había mostrado algo más ambicioso tras el descanso pero no había acumulado tantos meritos futbolístico como para ir por delante. Neymar ejecutó excepcionalmente bien una falta en el borde izquierdo de la portería de Oblak y con el empate llegó el momento de que Messi entrara en escena.
Cambió el diseño del ataque, Leo provocó dos o tres jugadas de pánico ‘colchonero’ nada más entrar eliminando el tacticismo del partido, que se adentró en un modo de combate más abierto y agotador para los dos equipos. El empate les dejaba igualados a puntos con el Real, una situación insatisfactoria por lo que se vio con el paso de los minutos, especialmente para el Barça y Messi, explosivo, rápido, ganador, motivado y con ganas de acumular más puntos para el Balón de Oro, el quinto, sin miedo a que Cristiano, por mucho que abuse del Espanyol, le pueda hacer la menor sombra.
Lo que hizo Messi fue lo más difícil del fútbol y aquello que sólo Leo es capaz de conseguir, resolver una jugada embarullada que finalmente limpió Suárez con un toque que sólo una mente maravillosa puede interpretar, avanzándose a la acción de la defensa y a la salida de Oblak, al que batió con un suave gesto y un toque con el exterior de su fabuloso pie izquierdo. Era día de ‘pipa’ y papá Messi cumplió. Luego, más oportunidades, otro penalti robado, de libro, en un remate de Neymar y un final de fiesta de lujo para los barcelonistas, pocos pero valientes, que acudieron al Calderón y se desgañitaron aclamando a Messi.
Crónica publicada por Francesc Perearnau, MD.com
Fuente fotos: www.mundodeportivo.com, www.laopiniondemalaga.es y www.marca.com
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