Magia, casualidad o simplemente, fútbol, llámenlo como quieran, pero lo ocurrido este domingo en el Estadio de la Cerámica fue un auténtico ‘déjà vu’ de lo que pasó el 2 de abril de 2019. Por lo menos hasta el minuto cincuenta de partido, donde el guion fue idéntico a lo ocurrido en la visita azulgrana a tierra grogueta hace cuatro años y cuatro meses. Se adelantó el Barça con dos goles. Gavi emuló a Coutinho, ambos en el minuto 12 y De Jong hizo lo propio con Malcom, los dos también en idéntico momento del tanteador, en este caso el 15. No fue hasta que el Villarreal igualó el choque a dos, con acciones de Foyth y Sorloth, que aquel encuentro con Valverde en el banquillo azulgrana y Messi y Luís Suárez en el césped comenzó a planear en la memoria de los aficionados azulgrana. Por si fuera poco, Baena puso el tercero y de nuevo el final de infarto aparecía en todas las quinielas.
Esta vez no tocó sufrir porque Ferran, que sigue en estado de gracia, y Lewandowski, remontaron de nuevo y firmaron los tantos que permitieron al Barça vivir, más o menos tranquilo, el último cuarto de hora de encuentro.
Noventa y pico minutos de juego antes, al inicio del duelo, el Barça, menos Barça para algunos al vestir de blanco, salió adormecido aunque el calor no era sofocante y corría un brisa incluso agradable en el nuevo Estadio de la Cerámica. Ese fresquito que en verano, después de comer, según pille puede inducir a cierto despiste. Las novedades defensivas producto de los problemas físicos de Araujo y Balde, no ayudaban a resistir los torpedos del submarino amarillo con un bloque fuerte y afianzado por las horas de vuelo acumuladas. Quique Setién, antiguo inquilino del banquillo azulgrana, supo exprimir esas carencias y los locales fueron muy veloces en sus transiciones por las bandas, hecho que todavía descolocaba más a la zaga culé ante la impotencia de Xavi que tenía que verlo desde una pecera en lo más alto del estadio en su último partido de sanción.
En el cuadro local, Baena y Sorloth, el gigante noruego en dos ocasiones, pudieron despertar al Barça de golpe pero no fueron certeros de cara a puerta. Voluntaria mente o sin querer, los blancos, qué mal suena referirse al Barça con esos términos, se hicieron el muerto hasta que Gavi a los 12 minutos sí que rompió el 0-0 en el marcador. Asistencia de Lamine Yamal desde la izquierda y remate de cabeza de uno de los más bajitos sobre le terreno de juego. Una diana que fue acompañada en apenas tres minutos por otra de Frenkie de Jong. El neerlandés ha comenzado el curso como un tiro, ha asumido galones, no sólo con la cuarta capitanía, y encima ve puerta. Buena conexión entre los viejos amigos Gündogan y Lewandowski, con ayuda de Pedraza, para que el ‘21’ culé ampliara la renta.
No iba a ser plácida la contienda aunque ese 0-2 en quince minutos lo hubiera firmado cualquiera de los pocos miles de culés que se desplazaron para acompañar a su equipo en directo. Foyth, que quiso exhibirse ante Xavi y la secretaría técnica por si en algún momento se lo vuelven a pensar, le ganó la partida a Sergi Roberto en la salida de un córner y se cargó con un testarazo la imbatibilidad de Ter Stegen en esta Liga. Sorloth, antes del descanso, en dudosa posición previa a la jugada del gol, aunque las líneas televisivas que sirven según la camiseta que uno lleve, porque hay ocasiones como la de ayer que bien podrían colocarse en un orden u otro, determinaron que el gol debió subir al marcador y por tanto el entretiempo se vivió con empate a dos.
Algo no le cuadraba a Xavi para dar entrada a Eric Garcia en el descanso en lugar de Christensen y todo lo hablado y repasado en la caseta se fue al traste con el 3-2 de Baena a los cinco de comenzar la segunda mitad.
Muchas cosas han cambiado en el Barça en los últimos años, y el poder mental es una de ellas. Lejos de hundirse torpedeado, el equipo catalán supo mantenerse a flote esperando su oportunidad, y el técnico egarense tiró del mejor as que tiene actualmente en la manga. Ferran Torres entró en el 63 y marcó en el 68. Llegar y besar el santo. El de Foios, profeta muy cerca de su tierra, devolvía la oportunidad de vencer al Barça.
Otro que se le esperaba pero no había aparecido hasta entonces era Lewandowski, y quién sino iba a poner el cuarto tanto en el electrónico, tras un tiro al palo de Lamine Yamal, estelar en todo el choque, para sumar tres puntos importantísimos, demostrando madurez y oficio, también pegada, para superar momentos complicados como el de este domingo.
Crónica publicada por Ángel Pérez, MD.com
Fuente fotos: www.mundodeportivo.com y www.laopiniondemalaga.es
No hay comentarios:
Publicar un comentario