El experimento salió bien. Sin Lewandowski por sanción, Xavi había barruntado cambios tácticos y apostó por un once tan protegido como desplegable y móvil con Koundé de lateral derecho, con Busquets y De Jong mezclando bien y situando a Pedri de extremo aunque disfrazado de centrocampista. Simeone planteó también con retoques pero demasiado pendiente de la zona de creación azulgrana. El exceso de atención les acabó perdiendo, tragando saliva en cada acción azulgrana.
Lo probó Barrios desde lejos y contestó rápido Christensen. Empatados a disparos desde fuera al inicio, el Barça fue conquistando el área atlética con combinaciones, velocidad y creando superioridades numéricas. La sensación era de autoridad pero faltaba la contundencia. Aturdido el Atleti y sin capacidad de progresar, los azulgrana sólo debían enfocar con la precisión que les reclamaba el técnico.
El premio llegó a los 21 minutos, cuando un Pedri liberado dibujo unos de sus eslaloms con Griezmann, Koke y Barrios mirándole. Cedió el balón para la incursión de Gavi y su cesión la empalmó Dembélé a la red. El Atlético se quejó por un forcejeo del andaluz antes de su asistencia. En la sala de imágenes no lo vieron. Desde 2019 que el Barça no celebraba un gol en Madrid.
Hasta ese momento, los de Simeone sólo se habían envalentonado con algún contragolpe por pérdida culé. Ya por debajo, aunque tarde, Simeone reaccionó ordenando marcas individuales, sobre todo a Pedri. Presionando mejor, idearon un remate de cabeza de Gimenez que puso el susto en el cuerpo del Barça. Fue después de reclamar una mano de Araujo, que no tuvo ni categoría de penaltito. Acababan de dar un paso adelante firme y la grada lo notó. Con una carga ambiental asfixiante, el Atleti carburaba a mayor revolución, el Barça se diluía y Llorente encontraba el norte atormentando a Balde.
El panorama había dado un giro radical. La congoja llegó con un disparo de Griezmann que Ter Stegen, candidato al Zamora, repelió con maestría. El Barça sobrevivía al ímpetu rojiblanco. La intensa primera parte concluyó con sufrimiento azulgrana y otro disparo de Nahuel Molina. Un aviso serio para corregir y reestructurarse. la ventaja no era suficiente.
El ímpetu del Atleti se vio desde el instante de la reanudación. Mejorado, movía el balón. Mejorado, movía el balón con el Barça inmerso en una peligrosa expectativa. El meritorio arranque había desaparecido y el monólogo era ya rojiblanco. Griezmann enviaba el balón a los nubes pero el intento demostraba que los de Xavi jugaban demasiado con fuego. Dembélé inventaba alguna galopada pero se enredada en el momento decisivo.
Xavi no esperó ni a completar el primer cuarto de hora y ordenó los primeros cambios. Ansu, que no había estado bien, y De Jong dejaban su sitio a Ferran y Kessie. La corrección sirvió a Dembélé para volver a intentarlo sin precisión después de un buen pase de Koundé. El partido estaba para un gol por insistencia atlética o para otro golpe azulgrana al contragolpe. Simeone echo mano de Morata para revitalizar su ataque. Llorente, otra vez, propuso el empate.
Viéndose con dificultades para apoderarse del balón, el Barça se puso a galopar con Pedri llevando las riendas. De nuevo, Dembélé chutó a las manos de Oblak. Poco a poco, los cambios surtían efecto. Tanto, que Xavi se vio capaz de rematar el partido con dos extremos y sacó a Raphinha. El juego no mejoraba pero ganaba en sensación de peligro.
El
duelo ganó en intensidad con el partido acerándose al final. tanta que
un forcejeo en un lucha innecesaria acabó con Ferran Torres y Savic
expulsados y un juego alocado con Araujo sacando un balón que se cantaba
como gol.
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