Cuando el encuentro se moría y el Barça se quedaba afuera de la clasificación a la Champions League al fin de esa temporada 2000-01, apareció el 10 del equipo azulgrana con un golazo de chilena que le puso un broche de oro a su mágica actuación.
Los goles no sólo son lindos por su elaboración, sino también por el contexto en el que se encuentran. A veces sucede que un pase a la red se convierte en algo increíble porque el partido era de mucha importancia y ese gol definía algo.
Llegaba el fin de la temporada 2000-01 para la Liga Española y se llenaba una de las plazas a la Champions League. El Camp Nou recibía el encuentro entre Barcelona y Valencia; al primero sólo le servía ganar y al segundo le alcanzaba con un empate para clasificarse.
El encuentro era intenso, pero iba a ser el Barça a través de Rivaldo quien se pondría en ventaja, aunque esa diferencia sería emparejada por el equipo “che” que igualaba las cosas. Luego sería otra vez el 10 brasileño que adelantaría a los locales, pero se daba la misma situación y el Valencia conseguía ese empate que lo estaba clasificando a la Copa de Campeones.
El tiempo se agotaba y el FC Barcelona cerraba una campaña mediocre, las esperanzas eran cada vez menores. Pero algo iba a suceder…
Cerca del minuto 90 de partido, Frank de Boer tomó el balón en la mitad del campo y se adelantó dos pasos cuando lanzó un pase perfecto hacía la ubicación de Rivaldo, ahí es donde debemos detenernos y pasar la imagen en cámara lenta. El balón cayó sobre el pecho de éste que se encontraba de espaldas a la portería; casi sin dejarlo volver a bajar, se levantó en el aire y remató de chilena colocando el esférico junto al palo y poniendo el 3-2 definitivo.
El esfuerzo de Cañizares había sido en vano, Rivaldo cerraba una noche mágica con un broche de oro. Los aficionados que habían perdido las esperanzas saltaban de alegría en sus butacas y el Barça se metía en la máxima competición europea gracias a esa obra mágica del 10 brasileño.
Los goles no sólo son lindos por su elaboración, sino también por el contexto en el que se encuentran. A veces sucede que un pase a la red se convierte en algo increíble porque el partido era de mucha importancia y ese gol definía algo.
Llegaba el fin de la temporada 2000-01 para la Liga Española y se llenaba una de las plazas a la Champions League. El Camp Nou recibía el encuentro entre Barcelona y Valencia; al primero sólo le servía ganar y al segundo le alcanzaba con un empate para clasificarse.
El encuentro era intenso, pero iba a ser el Barça a través de Rivaldo quien se pondría en ventaja, aunque esa diferencia sería emparejada por el equipo “che” que igualaba las cosas. Luego sería otra vez el 10 brasileño que adelantaría a los locales, pero se daba la misma situación y el Valencia conseguía ese empate que lo estaba clasificando a la Copa de Campeones.
El tiempo se agotaba y el FC Barcelona cerraba una campaña mediocre, las esperanzas eran cada vez menores. Pero algo iba a suceder…
Cerca del minuto 90 de partido, Frank de Boer tomó el balón en la mitad del campo y se adelantó dos pasos cuando lanzó un pase perfecto hacía la ubicación de Rivaldo, ahí es donde debemos detenernos y pasar la imagen en cámara lenta. El balón cayó sobre el pecho de éste que se encontraba de espaldas a la portería; casi sin dejarlo volver a bajar, se levantó en el aire y remató de chilena colocando el esférico junto al palo y poniendo el 3-2 definitivo.
El esfuerzo de Cañizares había sido en vano, Rivaldo cerraba una noche mágica con un broche de oro. Los aficionados que habían perdido las esperanzas saltaban de alegría en sus butacas y el Barça se metía en la máxima competición europea gracias a esa obra mágica del 10 brasileño.
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